Naranja y piedra
tendidas
sobre un cielo
terroso de jazmín,
tu voz
anega el agua
y rompe cristales
en mi boca,
están
los pechos
desplegados,
están
los soles
cayéndose
a pedazos.
Guardo el nervio
y la vigilia,
ato el escudo
a manos rotas,
ensillo
letras lentas
a tu rostro
que se nubla
en cielos neptuno
y nubes blancas
que no puedo ganar.
El calendario
era de cuero
y corta a fuego
la carne agazapada
de otro marzo
mientras tú
proyectas tu ser
hacia adelante
y te intentas
dar alcance
siempre
muy lejos
de mis manos.
En pie,
mejor no dormir
cuando no se puede
descansar.
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